Los riesgos de ser sindicalista en…

«Los Delegados estaban en las puertas del centro de trabajo de (nombre de la empresa), repartiendo hojas contra el despido de un miembro del comité de empresa de (siglas del sindicato), actividad que vienen haciendo habitualmente todos los martes y viernes desde que se produjo el despido.

Un individuo, bastante alto y fuerte, se ha bajado de una moto conducida por otro que ha quedado a la espera, sin quitarse el casco se ha acercado a uno de los delegados, José L. Rueda, al que ha propinado un traicionero puñetazo en la cara acompañado del comentario “eres un hijo de puta y esto es lo que mereces”. El mismo individuo ha intentado agredir también al otro delegado, P. de la Rua, el cual ha podido evitar el golpe. Inmediatamente, el individuo ha salido corriendo, se ha montado en la moto que le esperaba con el motor en marcha y ambos delincuentes han huido.»

Parece Colombia, pero no lo es.


One Comment on “Los riesgos de ser sindicalista en…”

  1. Alicia Martínez dice:

    «Dignidad» (Antonio Orihuela)

    En Mérida, protestábamos por un compañero de Granada.
    Nos manifestábamos ante la puerta del Parador Nacional.

    MIGUEL READMISIÓN

    Nuestra pancarta era un viejo plástico reutilizado
    que había pintado primorosamente Aurora
    y que, al desenrrollar, con las prisas,
    se llenó de agujeros
    en las letras
    aún frescas.

    Lo extendimos ante la puerta,
    en la zona reservada para inválidos.

    Éramos unos doce.
    Llovía intermitentemente.
    Era sábado,
    algunos se habían presentado con sus hijos.

    Soni, recién operado de la cadera,
    había acudido con sus muletas
    y se movía, frenético, de un lado para otro.

    Manolo, frente al encargado,
    le recordaba a los sicarios
    todo lo que ellos se empeñaban en olvidar.

    A pesar de la extrañeza de los paseantes,
    aquello era,
    en la desesperación de los pocos,
    muy simple,
    gente que no quiere sucumbir en el silencio
    y se atreven a vivir dando bienvenidas,
    luchando por extraños
    que mañana podrían ser tú.

    Yo sostengo un lado de la pancarta
    y miro fijamente a los niños,
    porque
    uno sabe cómo comienzan estas cosas,
    pero nunca cómo terminan.


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