Cómo (no) informar sobre una huelga

Ayer los autodenominados informativos nos sorprendían con una noticia sobre la huelga en los servicios ferroviarios que estaba afectando a numerosos pasajeros en la víspera de Semana Santa (vídeo).

Las imágenes y los comentarios parecían de ayer, pero eran los de siempre. La misma escena que se repite cada vez que estalla un conflicto laboral en un sector estratégico. Pasajeros cabreados critican a esos impertinentes sindicatos que convocan huelgas con «mala fe» (decía un pasajero entrevistado por Cuatro).

Recalco. Los autodenominados informativos nos sorprendían con una noticia. Bueno, pensará alguien, en general, los informativos cuentan hechos inesperados, de ahí que resulten noticiables, así que es cabal que nos den noticias sorpresa, ¿no? Pues no exactamente o, mejor dicho, no solamente.

Por supuesto, un hecho inesperado puede ser noticioso (o no), pero desde luego hay muchos hechos noticiosos que no son inesperados. ¿Quién no tiene la sensación de ver algunos días el mismo informativo que un año antes? «Esta primavera será muy dura para los alérgicos» o «Las rebajas no significan rebaja de derechos» son ejemplos de titulares (aburridos) que consumen muchos minutos de televisión año tras año. Así que la novedad no parece un criterio excluyente para convertir algo en noticia. Es decir, que los medios no están obligados a ‘sorprendernos’ con sus noticias. Y ayer, muchos espectadores y viajeros estaban, eso, sorprendidos por una huelga televisada como un suceso súbito, repentino, inesperado e impredecible.

¿Por qué no se informa sobre los conflictos laborales desde el principio? Una huelga parece un hecho noticiable (al menos cuando afecta a grandes empresas o sectores), pero no es un hecho inesperado. No es que se repitan sistemáticamente como las rebajas o la primavera, pero desde luego tienen un recorrido antes de estallar. Por qué ese recorrido ha desparecido de los medios de comunicación de masas es algo que se me escapa. Aunque tengo alguna sospecha…

Que las televisiones esperen al día de la huelga para informar de un conflicto que dura semanas (cuando no meses o años), no es culpa de la «mala fe» de los sindicatos, es culpa, sin más, del mal hacer de los grandes medios de comunicación.

¿Sindicatos anquilosados que aburren a los redactores? Puede ser. ¿Periodismo dimisionario? También.

El 18 de marzo CGT comunicaba la convocatoria de huelga. Buscad en los periódicos e informativos del 19 de marzo. ¿Nada? Normal. La trepidante actualidad no dejaba hueco para una convocatoria de huelga ferroviaria en la víspera de la próxima Semana Santa, eso no interesa*. Los editores estaban atareadísimos emitiendo, una y otra vez, el vídeo de cinco etarras armados con un carrito de la compra (sí, los que luego resultaron ser bomberos catalanes de excursión) o el videoclip de la canción que nos representará en Eurovisión (Uoh, uoh, uoh…).

¿Y los días previos a la huelga? ¿Tampoco? Lástima. Habría sido bastante útil para los viajeros saber, unos días antes de viajar (a poder ser, antes de comprar el billete) que había una huelga convocada para ayer desde hacía dos semanas.

Las huelgas molestan (de ahí su utilidad), y hasta pueden causar perjuicios personales graves (de ahí que molesten), pero son un derecho vital para los trabajadores, que, dicho sea de paso, suelen hacer un uso cauto y escaso de esa herramienta, que además les cuesta dinero.

Las huelgas también se avisan y alguien debería trasladar esos avisos a la ciudadanía. Y las huelgas se gestan durante largas negociaciones y alguien debería explicar a los ciudadanos esa gestación. ¿Quién debería hacerlo?

Así que, al final, ahí estás tú, que llevas días sin perderte el Telediario para ver el tiempo que hará en la playa, con la maleta entre las piernas delante de un cartel luminoso que te repite que tu tren ha sido retrasado. Y te preguntas «cómo no avisan de estas cosas».

* ¿Que no interesa? Veamos:


One Comment on “Cómo (no) informar sobre una huelga”

  1. nacho dice:

    La postura de los medios, como aliados del poder, ante los huelguistas está maravillosamente descrita en el archiconocido «cómo nos venden la moto» y, al parecer, es conocida como la estrategia Mohawk Valley. Aquí dejo el enlace del libro por si alguien duda de mi palabra

    http://books.google.es/books?hl=es&lr=lang_es&id=uGx5-LJZYAoC&oi=fnd&pg=PA7&dq=opinion+publica+mohawk+valley&ots=QLrQAkU41N&sig=dUVhksSFcr4AmtEPrb0euhvl8KE#v=onepage&q=&f=false


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