Libertad de rapeo
Publicado: octubre 4, 2011 Archivado en: Cultura, Política 2 comentariosNo conocía a Pablo Hasel porque soy un analfabeto musical, pero da igual. Ni siquiera ahora he escuchado sus canciones, pero da igual. He ojeado fragmentos de alguna entrevista suya en medios alternativos, pero da igual. Da igual lo que Hasel cante o diga o, mejor dicho, a mí me da igual. Mi respuesta al dilema de dónde poner el límite a la libertad de expresión es no ponerlo. Ninguno. Ahora los hay, lo se, y los acato, creo. Pero quiero que desaparezcan.
He leído algunas líneas que parecen definir a Hasel como antifascista, anticapitalista, antisistema… Me dan igual. Hermann Tertsch cree que en lo que dice hay «potencial para nuevo terrorismo antisistema». Tertsch me da miedo, pero me da igual. Quiero que Hermann Tertsch pueda decir lo que le de la gana para darme miedo y quiero que gente como Hasel pueda rapear contra su discurso para darle miedo a Tertsch. Para que eso funcione necesito que no haya límites a sus libertades de expresión. Habrá que aguantar mentiras e insultos, pero si tengo toda la libertad para expresar que la mentira miente y que el insulto insulta, no me importa.
Parece que lo detienen por apología del terrorismo y Tertsch -que es solo un nombre para llamarlos a todos- rellena los huecos. «Hay potencial», dice. Y borda la explicación de lo que es un crimen de opinión: el potencial. Para ellos el potencial es un peligro, una amenaza. Para mí el potencial es, además, sobre todo, esperanza. Creo en el potencial de Hasel y en el potencial de Tertsch, no me canso, no me rindo. Quiero seguir pudiendo escuchar o leer lo que digan, todo lo que digan. Prohibirles que lo digan no evitará que lo piensen, solo los disfrazará de sujetos más soportables para los demás. Y yo defiendo que haya gente insoportable que diga cosas insoportables. Casi todo lo que pienso hoy fue insoportable alguna vez, alguna vez fue intolerable e intolerado. No creo que todos los deseos de Hasel se hagan realidad y deseo que los más siniestros jamás se cumplan, pero para evitarlo no me sirve que Hasel se calle: sencillamente podrá seguir deseando.
Del dicho al hecho hay un trecho y no quiero que ninguna ley lo recorra por mí. Quiero que Hasel pueda flirtear con la idea de simpatizar con el GRAPO o que Tertsch pueda defender que lo detengan por ello y necesito toda la libertad de expresión para discrepar de ambos.
Necesito toda vuestra libertad de expresión para corregir esta opinión, para descartarla, para acabar odiando esto que acabo de escribir. Necesito que me pongáis contra la pared con argumentos elegantes o palabras gruesas, con falacias o exabruptos. Necesito, al menos, que tengáis derecho a hacerlo.
¿Y qué pasa si alguien escribe un libro proclamando la superioridad de la raza aria? Pues me joderá, mucho, pero sentiré menos miedo si hay millones de expresiones libres en sentido contrario. ¿Y si alguien publica un panfleto explicando cómo se fabrica un cóctel molotov? Pues me entristecerá, pero me urgirá poder expresar libremente los peligros. ¿Y qué hacer si un hombre llama ‘zorra’ a su mujer? Pues no lo sé, pero si llego a encontrar la respuesta será porque alguien la ha expresado o ha expresado la clave que yo necesitaba. ¿Y si estoy equivocado? Pues espero que me lo digan, que me lo demuestren, que me convenzan y que no me detengan por ello.
[…] quién era Pedro Patiño, por qué una escuela sindical y un par de calles llevan su nombre y por qué me echo a temblar cuando intentamos llevar las palabras a los tribunales (#LibertadHasel). (…) “Sobre las nueve horas del día de hoy, cuando la dotación de un […]
Muy buen texto. Lo que han hecho con Pablo Hasel es sólo una muestra de que los únicos intolerantes son los que han organizado esta ridícula detención.