Cuando a la patronal le gusta lo público

Ya sabéis. A los empresarios liberales no les gusta el intervencionismo estatal y esas cosas, salvo que vengan mal dadas y papá Estado acuda al rescate.

De los creadores de «hay que hacer un paréntesis en la economía libre de mercado«, llega ahora:

 «En los próximos años no va a haber un crecimiento importante del crédito y por eso vemos con muy buena intención y muy buenos resultados el crecimiento del crédito que ha dado el ICO en los últimos tres trimestres y que ha llegado a casi 25.000 millones. Esa ha sido la medida más importante y mejor que ha tomado este Gobierno en los últimos meses«.

Por una vez, estoy de acuerdo con la CEOE —más bien es la CEOE la que coincide conmigo en esta ocasión—. El dinero del ICO puede y debe servir para ayudar a quien lo necesite, pero que luego no nos miren como a marcianos por pedir una banca pública al servicio de la ciudadanía.


Pequeña gran victoria triste contra los desahucios

Tenía que llegar. Y ha llegado a 48 horas de la huelga general. Después de muchas derrotas, de enormes esfuerzos que parecen inutiles, de grandes movilizaciones que parecían no tener consecuencias, al fin una pequeña victoria. En lo que parece una carrera loca por ver quién se cuelga antes la medalla más inmerecida, bancos y bipartito han decidido que este lunes, 12 de noviembre, pase a la historia como el día de la banderita contra los desahucios.

Pero nosotros sabemos de quién es esta victoria. En primer lugar, de la PAH y de todos quienes llevan años parando ejecuciones, una a una, puerta por puerta, barrio a barrio. Y en segundo lugar de todos quienes nos movilizamos, en grandes marchas y en pequeñas manis de cuatro gatos, cuando tantos dicen que “no sirve para nada”. Sabemos también que es una victoria claramente insuficiente. Sabemos que no podemos relajarnos ni confiar y, por supuesto, esperaremos con escepticismo a leer la letra pequeña, esa misma con la que los bancos llevan décadas encadenando a las personas. Sabemos que nos lo van a vender como un gesto humanitario, pero ya no cuela. Ya no. Y sabemos —y no olvidamos— que este pequeño gesto, claramente insuficiente, ha costado vidas y cientos de miles de hogares rotos. Supongo que por esto nos cuesta tanto celebrar —incluso creer— cualquier pequeño triunfo, porque nuestras pocas victorias siempre nos llegan tarde, después de mucho perder y morir.


Cinco retos para la huelga general del 14N y cinco ventajas (alguna triste)

Tras el anuncio de una jornada europea de movilizaciones sindicales para el 14 de noviembre, parece inminente la convocatoria de una segunda huelga general en España por parte de los sindicatos mayoritarios. ¿Qué puede pasar el 14N?

Esta nueva huelga se acerca con varias fortalezas, alguna triste y alguna esperanzadora:

  1. Los recortes. La convocatoria del 14N no necesita explicación. No estamos ante una huelga difícil de justificar o traída por los pelos. La mayor concentración de recortes sociales en la historia de la democracia hace que, por desgracia, las razones de la huelga sean comprensibles para una inmensa mayoría de españoles.
  2. La Cumbre Social y el referéndum. Con muchos peros y vaivenes, la Cumbre Social puede estar convirtiéndose en un buen instrumento para amplificar la huelga y el resto de movilizaciones sociales. Los sindicatos ceden algo de protagonismo (poco) para mutualizar la legitimidad de la acción. La estrategia aún titubea, pero puede convertirse en un polo de resistencia plural importante. La petición de un referéndum sobre los recortes, invisibles en el programa electoral del PP, es una meta concreta, cabal y alcanzable que reorienta (un poquito) la línea defensiva (masoca y suicida) de los movimientos sociales hacia una posición más asertiva y propositiva.
  3. La internacionalización. Parece que la HG será simultánea en varios países del sur de Europa (Portugal, Chipre, Malta… ¿Grecia?). Esta decisión histórica puede ayudar a movilizar a cierta parte de la sociedad que ha percibido las últimas huelgas como una especie de coreografía pactada más que como un pulso serio al poder. El sufrimiento es global y la respuesta debía serlo también.
  4. Repetición. El hecho de que el 14N llegue solo 8 meses después del 29M puede ser un factor de refuerzo, que ayude a remarcar la gravedad del desafío al bienestar al que nos enfrentamos. Dos huelgas generales en un mismo año empiezan a parecer un amago de acción sindical decidida, no un mero reto mediático para cubrir el expediente y que cada Gobierno tenga su huelga fútil.
  5. La desiglación. Podríamos llamar así al proceso por el que una gran parte de la población ha ido alejándose de las ‘siglas’ de sindicatos y partidos para diluirse en mareas reivindicativas transversales y movimientos ciudadanos de base. Desde el 15M, evidentemente, este proceso ha ganado fuerza real e imaginaria. Si estos nuevos (o renovados) agentes sociales deciden respaldar la convocatoria, aunque sea de manera crítica, mucha gente tendrá el gancho que necesita para secundar una acción que puede ver como justa, pero cuyos convocantes oficiales han dejado de parecer ilusionantes.

Sin embargo, el 14N también encara serias dificultades.

  1. El paro. El primer obstáculo para una HG tradicional (cese de la actividad en los centros de trabajo) es evidente. Hoy hay menos gente trabajando en esos centros y menos centros en los que trabajar (y parar). En términos desestacionalizados, y a falta de un mes para el 14N, hoy hay 300.000 parados más que en marzo. De nuevo los sindicatos tradicionales se enfrentan a la incapacidad para defender, representar y movilizar a las víctimas más visibles de esta estafa económica. ¿Podrá alguien? Los propios sindicatos han cobrado conciencia de su limitación y quieren extender y amplificar la huelga a ámbitos extralaborales. ¿Sabrán?
  2. El miedo. Que las razones para la huelga resulten evidentes para buena parte de la población no es solo una ventaja. Esas razones nos resultan tan ciertas porque las llevamos caladas en los huesos. Esta vez hará falta mucha (más) valentía para secundar la huelga.
  3. La proximidad. Lo que arriba hemos explicado como una ventaja tiene un reverso desmovilizador. Dos huelgas generales tan cercanas en el tiempo suponen un problema real para muchas personas. De muchas nóminas no sobra nada. Nada. Ni tan siquiera el sueldo de un día. Una razón más para buscar la difícil participación de sectores extraños en la huelga: parados, pensionistas, cuidadores, estudiantes, precariado, autónomos, pymes, consumidores…
  4. La dispersión. Lo que se gana de unidad de acción con la internacionalización de la convocatoria se pierde con la descoordinación interna de varios llamamientos. CGT ha convocado huelga general para el 31 de octubre y los sindicatos vascos, tan necesarios para el éxito de un paro en todo el Estado —por el peso obrero de la industria vasca—, ya celebraron huelga general en Euskadi el 26 de septiembre. ¿Habrá convocatoria unitaria ampliada?
  5. La imagen de los sindicatos. A falta de un revulsivo interno que ni se asoma por el horizonte, los grandes sindicatos siguen arrastrando un problema de legitimidad pública que amenaza con convertirse en letal. Incapaces de combatir las falacias de la derecha mediática y empeñados en perpetuar sus verdaderos errores, los sindicatos son el principal problema para ellos mismos. Lo peor es que, por ahora, no tenemos sustituto equiparable.

La cultura del esfuerzo

A veces pasa. Fulanito, gurú neoliberal, elogia a Menganito y, al cabo de un tiempo, Menganito es detenido por un delito económico.

Hace unos meses, Francisco Roig, presidente de Mercadona, aplaudía la «cultura del esfuerzo» de los bazares chinos y aconsejaba a los españoles tomar ejemplo de sus estrategias comerciales. Los publirreportajes sobre cómo Mercadona conseguía vender cubos de plástico a precios bajísimos llenaron los medios.

Ya entonces se olía el regusto prejuicioso y etnocéntrico de un comentario que metía a todos los chinos en el mismo saco. Hoy, seguramente, Roig habrá aprendido a distinguir entre empresarios honrados y empresarios que no declaran la totalidad de la mercancía que importan para su venta en «ejemplares» bazares de todo a un euro.


¿Será delito la apología del franquismo?

No me gusta la criminalización de los discursos o las ideas —por más que me cabreen y me duelan muchas de ellas—. Ya he hablado de este tema en este blog en varias ocasiones y empiezo a pensar que soy un poco fanático de la libertad de expresión: nivel masoca.

A falta de conocer el texto definitivo y el análisis que hagan los juristas, sospecho que la nueva reforma del Código Penal no me va a gustar. Sin embargo y, repito, a falta del redactado final y los matices de la jurisprudencia, me surge una duda.

Según EFE, se quiere perseguir la apología o el negacionismo del Holocausto (si se hace incitando a la violencia, lo que intuyo que va a inutilizar el nuevo delito en muchos casos: ¿se podrá negar el Holocausto con tal de no animar a incendiar una sinagoga?). Pero además,

«se pretende tipificar la apología, trivialización flagrante o negación de crímenes de genocidio, contra la humanidad o de guerra como forma de incitación al odio y la violencia».

Con este párrafo en la mano, ¿podrá Mayor Oreja volver a decir en España que el franquismo fue un periodo de «extraordinaria placidez«?


Seis claves sobre la victoria de Chávez

  1. Chávez vuelve a ganar con contundencia. El primer dato es evidente. Tras 14 años en el poder, gana con claridad. Diez puntos de ventaja con el 90 por ciento escrutado son una victoria rotunda.
  2. Participación masiva. Cerca del 81 por ciento de los venezolanos del censo acudieron a votar. Son justo diez puntos más que en las últimas elecciones generales en España —y los sondeos dicen que vamos a menos—.
  3. Chávez sigue sumando votos. Chávez no solo vuelve a ganar, sino que cosecha más votos que nunca, en concreto el doble de los que logró en 1998, en su primera victoria y un millón más que en la anterior elección presidencial, de 2006.
  4. Sin embargo, no es la mayor ventaja porcentual cosechada por Chávez —¡en 2006 ganó por 26 puntos!—. Es decir, la oposición también se ha movilizado de forma inédita y seguramente la figura del propio Chávez tiene mucho que ver. Capriles también puede presumir de haber sumado una cifra de votos insólita para la oposición —2 millones más que Ranzel en 2006—.
  5. Proceso limpio. Además de la participación, lo más ejemplar de estas elecciones es que el candidato opositor haya encajado, aceptado y reconocido los resultados con más humildad y madurez que algunos antichavistas de este lado del charco. Chávez también ha reconocido —y tendrá que analizar con rigor— los buenos resultados de la oposición. Venezuela nos ahorra el circo que algunos parecían estar montando desde hace semanas con sondeos asombrosos.
  6. Desinformación. El resultado electoral en Venezuela exige una explicación —¡casi una disculpa!— desde el ámbito de los medios. Mientras los periodistas pataleamos ante la muerte de algunos medios, muchos lectores, oyentes, espectadores o internautas se levantarán hoy de la cama y fliparán. Ah, pero ¿hay elecciones en Venezuela? ¿Y cómo es posible que este tipo las vuelva  a ganar? ¿¡Por cuarta vez!? ¿No es un tirano, gorila y bla, bla, bla? Si el periódico que lees te hizo esperar un resultado muy diferente al que han decidido los votantes venezolanos, el problema lo tiene tu periódico, no los votantes venezolanos. Pídele responsabilidades porque te está escamoteando información.

Grandes momentos del auto (y principio del fin) de Pedraz

El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ha archivado las diligencias contra los ocho imputados por organizar el 25S. Aquí ya explicábamos algunas de las razones por las que la acusación no tenía mucho recorrido.

El auto es un reguero de tirones de orejas contra la actuación de la Policía y de la Delegación del Gobierno, aderezado con algunas vibrantes defensas del Estado de Derecho y de la democracia. Vamos, que Pedraz acaba de señalarse como el próximo Garzón —lo iremos viendo próximamente en los titulares de la derecha mediática (ay, cuando se enteren de que fue a Bagdad para investigar el caso Couso y que sigue persiguiendo a los soldados que lo mataron)—.

Entre las líneas más contundentes del auto, algunas resuenan con más fuerza:

«se había identificado a muchas otras personas, no acordándose su citación ni otra diligencia alguna. La razón es obvia, pues visto lo razonado en el acuerdo de la Sra. Delegada del Gobierno del que se sigue que realmente la convocatoria no pretendía ocupar el Congreso, sino que “la verdadera intención de la convocatoria es permanecer de forma indefinida en el Paseo del Prado, en las proximidades del Congreso de los Diputados”, la
gravedad aventurada por la policía no era tal (ocupar realmente el Congreso).»

El subrayado anterior es del original y es una de las principales críticas del auto: la Policía (Interior) infló la supuesta amenaza.

«la Brigada Provincial de Información de Madrid en un breve oficio participa genéricamente a este juzgado [de los disturbios del 25S] sin especificar en concreto lo imputado a cada detenido»

Pedraz parece decir que ese ‘oficio’ no venía a cuento y no tenía mucho que ver con su caso. La convocatoria era una cosa y los disturbios, otra. A continuación, Pedraz explica por qué los detenidos del 25S no acabaron en la AN:

«en ningún modo este juzgado acordó aceptar o rechazar competencia alguna: la policía es la que al efecto tiene que poner a los detenidos a disposición del juzgado que corresponda»

Las negritas también son del original y parecen aludir al rifirrafe de aquellos días con Interior, empeñado en meter a los nuevos detenidos en la AN.

«Lógicamente, si a ninguno se le imputaba un delito competencia de la Audiencia Nacional habría de ponerlo a disposición del juzgado del lugar en que se hubiere cometido».

Pedraz sigue explicando por qué no ha incluido a los famosos 35 detenidos del 25S en el mismo caso que el de los ocho convocantes:

«Resulta sorprendente esta última afirmación [unas diligencias que la Policía se empeñaba en colar en la AN]: Si la unidad policial entendía que sus diligencias han de ser “entendidas” por este juzgado central no se comprende por qué no presentó las mismas (con los detenidos) ante este juzgado y no en otro.» Recuérdese que este juzgado en modo alguno, como se dijo, se ha pronunciado sobre la competencia respecto de los 35 detenidos en cuestión,sencillamente porque nadie se lo ha planteado.»

Después Pedraz habla de la normalidad del Pleno dentro del Congreso:

«En el acta no consta alteración alguna del normal funcionamiento en la sesión».

Y ahora Pedraz directamente se cabrea (el subrayado, sí, también es del original):

«Asimismo se ha recibido en la mañana de hoy informe de la Brigada Provincial de Información sobre sucesos en movilización “ocupa el Congreso” del día 25 de septiembre en el que sorprendentemente se redacta tal informe “ante la posibilidad de que implicados en los hechos sean constitutivos de delito contra las Instituciones del Estado.”

Pedraz le suelta un zasca gordo a la policía judicial por querer meter en el saco de la Audiencia a 5 de los 35 detenidos a los que llevó al Juzgado de Guardia de Madrid.

«De ninguna forma, la unidad policial puede “sustraer” unos hechos concretos imputados a personas concretas que son conocidos por un juzgado para que otro juzgado conozca de ellos, pues constituye claramente un exceso en las funciones propias de la policía judicial».

Y ahora Pedraz entra en harina. ¿Hubo delito contra autoridades del Estado? Pues mire, ni de coña:

«este delito no pudo ser cometido por los aquí imputados, máxime si en la convocatoria no se dice nada al efecto ni algo parecido, teniendo en cuenta que invadir consiste en entrar violentamente en un lugar, que en el caso sería la sede del Congreso, lugar que, desde luego, no pueden ser (so pena de hacer una interpretación extensiva del precepto, prohibida en Derecho Penal) las calles aledañas. No hay, en definitiva, indicio alguno que avale aquella intencionalidad de invadir».

Y añade:

«es notorio, vista además el acta de la sesión del día 25, que el elemento consecuecional de este tipo penal no se cumple, pues no hubo alteración alguna: la “larga” sesión se desarrolló normalmente. Por tanto, el delito citado no pudo cometerse».

Para terminar, la traca final. Criticar el orden constitucional vigente no está prohibido y si lo estuviese, el delito sería la prohibición:

«Y, desde luego, el hecho de convocar bajo los lemas de rodear, permanecer de forma indefinida …, exigir un proceso de destitución y ruptura del régimen vigente, mediante la dimisión del Gobierno en pleno, disolución de las Cortes y de la Jefatura v del Estado, abolición de la actual Constitución e iniciar un proceso de constitución de un nuevo sistema de organización política, económica o social en modo alguno puede ser constitutivo de delito, ya no solo porque no existe tal delito en nuestra legislación penal, sino porque de existir atentaría claramente al derecho fundamental de libertad de expresión, pues hay que convenir que no cabe prohibir el elogio o la defensa de ideas o doctrinas, por más que éstas se alejen o incluso pongan en cuestión el marco constitucional (…) máxime ante la convenida decadencia de la denominada clase política».

Esta apoteosis llega con coletilla para Cifuentes:

«la propia Sra. Delegada del Gobierno tomó conocimiento, esto es no prohibió, de lo que pretendía la convocatoria, indicando además la forma de hacerlo».

Por todo esto, Pedraz concluye «que las convocatorias origen de estas
diligencias no suponen comisión de delito alguno».

¿Te gusta Pedraz? Pues no te encariñes con él.

[ACTUALIZACIÓN: Poco después de escribir esta entrada empezaban a arreciar los ataques contra Pedraz. El más explícito, desde el PP, que le llama «pijo ácrata». Nivel]


‘Modulen’ su derecho a tomarnos por idiotas

Parece que han encontrado una excusa. Muchos demócratas de toda la vida empiezan a sentirse incómodos con la movilización ciudadana porque… Porque… Porque las manifestaciones no les dejan circular. Sí, eso dicen. Ese parece el mantra de moda: “tu libertad termina donde empieza el capó de mi coche” —asumo que hablan de circular en coche porque peatones, ciclistas e incluso motos se ven menos afectados por una manifestación salvo que esta sea excepcionalmente masiva—.

Los últimos en tantear el terreno para una hipotética reforma legal que restrinja o “module” el derecho a manifestarse han sido la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, y el flamante presidente de la Comunidad, Ignacio González, que nos acusa de “estar colapsando una ciudad permanentemente”. No son los primeros: durante la acampada que siguió a la represión que siguió a la manifestación del 15M también se oyó esa queja —me niego a llamarlo argumento— y la idea de montar un manifestódromo en Madrid es tan vieja como esta democracia.

Que el derecho de manifestación está por encima del de circulación lo dejan bastante claro los tribunales. La propia Cifuentes se quejaba de que la justicia no paraba de tumbar sus intentonas ‘modulacionistas’:

“La Delegación ha intentado en diversas ocasiones no prohibir sino modular este derecho cambiando itinerarios o de día una manifestación porque creíamos que podía suponer un peligro de orden público, sistemáticamente el Tribunal Superior de Justicia de Madrid siempre ha fallado en nuestra contra y nos ha condenado a costas”

Pero suponiendo —lo que es mucho suponer— que fuese factible tratar de hacer colisionar ambos derechos, ¿estaríamos realmente ante un conflicto veraz? ¿O tal vez son libertades que ni siquiera rozan aunque queramos forzar el choque?

La manifestación que ha dado lugar a esta nueva andanada de lamentos circulatorios es, por supuesto, la del 25S y sus consecuencias. Analicemos el “colapso” real que pudo causar.

En primer lugar sería de agradecer que González o Cifuentes limpiasen su discurso de contradicciones. Si el 25S había 6.000 manifestantes, que se pueden apretar en 1.500 metros cuadrados, difícilmente pudieron colapsar la ciudad. Aclárense, ¿somos muchos y colapsamos la ciudad o somos cuatro gatos y no podemos colapsar nada? Aquí ya explicamos que somos muchos. ¡Que 6.000 personas caben achuchadas DENTRO de la fuente de Neptuno!

Superficie de 1.500 metros cuadrados sobre la fuente de Neptuno.

Superficie de 1.500 metros cuadrados sobre la fuente de Neptuno.

Aceptando que somos muchos, al menos los suficientes como para cortar el tráfico del Paseo del Prado y la plaza de Cánovas, ¿qué grado de incordio supone eso para la circulación?

Pues resulta que es un fastidio más aparente que cierto. El trayecto de Cibeles a Atocha, el más afectado por un corte en Neptuno, mide 1,3 kilómetros y se recorre, según San Google, en 3 minutos.

Cálculo del trayecto de Cibeles a Atocha por Neptuno.

Cálculo del trayecto de Cibeles a Atocha por Neptuno.

Si cortamos Neptuno y hay que desviarse por Alfonso XII, la ruta se alarga 800 metros, hasta los 2,1 kilómetros y se recorre en 7 minutos.

Cálculo de la ruta de Cibeles a Atocha con desvío por Alfonso XII.

Cálculo de la ruta de Cibeles a Atocha con desvío por Alfonso XII.

¿De verdad es aguantable que un presidente autonómico y una delegada del Gobierno magnifiquen un desvío de 800 metros —¡cinco minutos!— y lo esgriman para pedir restricciones a un derecho fundamental? ¿No podrían, por favor, modular su derecho a tomarnos por idiotas?


¿Alteró el 25S el ‘normal funcionamiento’ del Congreso?

El juez Pedraz investiga si los convocantes de la manifestación del 25S en los alrededores del Congreso cometieron un delito tipificado en el artículo 494 del Código Penal, que se refiere a «los que promuevan, dirijan o presidan manifestaciones u otra clase de reuniones ante las sedes del Congreso de los Diputados, del Senado o de una Asamblea Legislativa de Comunidad Autónoma, cuando estén reunidos, alterando su normal funcionamiento«.

Esta última frase que resalto es fundamental y Pedraz, con muy buen criterio, ha pedido revisar el diario de sesiones de esa tarde para ver si ese «normal funcionamiento» se vio alterado.

El diario de sesiones está disponible en la web del Congreso. Lo podéis consultar aquí en PDF. Yo le he echado un ojo y con algunas búsquedas de texto he encontrado las siguientes referencias a la manifestación que se celebraba en las inmediaciones.

[AVISO: es un tocho de citas, resalto en negrita las líneas clave y al final, resumen]

«Quiero comenzar mi intervención declarando en nombre propio y de mi grupo que en absoluto nos sentimos presionados o amenazados en nuestra función de diputados como consecuencia del legítimo derecho a la manifestación convocada por los movimientos sociales que reclaman reforzamiento de la calidad democrática de nuestra sociedad». Joan Coscubiela, Izquierda Plural.

«Hoy mismo este Parlamento parece un búnker ante las protestas de colectivos de ciudadanos que no se sienten representados por lo que aquí se decide. Señorías, el BNG está a favor de una democracia real, de una democracia más participativa, pero esa democracia no se puede construir prescindiendo de los parlamentos; hay que construirla dando más vida a los parlamentos, si me permiten la expresión, rescatando los parlamentos para que cumplan su función de institución central de la democracia y de auténtica expresión de la voluntad popular». Jorquera Caselas, BNG.

«En días como estos, en los que tengo que escuchar críticas de esa Izquierda Plural que practica el don de la ubicuidad y que es capaz de estar allí fuera, aquí dentro e incluso en las cajas de ahorros». Toni Cantó, UPyD.

«Señorías, también subo a esta tribuna con la incomodidad de un día como hoy, con la sensación de estar parapetados cuando la ciudadanía se aleja. Tenemos los gritos de la ciudadanía que, equivocadamente o no —como alguien decía—, está señalando al Congreso y por tanto creo que también nos debemos sentir interpelados. Uno de los apuntes por los que se interpela al Congreso es el déficit democrático. Creo que sí debemos reconocer que este Parlamento no funciona con normalidad por un Gobierno que lo menosprecia, por ejemplo, a golpe de decreto». Ortiz Castellví, Izquierda Plural.

«Señorías, el fraude fiscal, endémico en el Estado español, y la ineficacia, cuando no la indiferencia, de las fuerzas políticas y las instituciones españolas, tiene mucho que ver con la indignación de la gente que ahora mismo está en la calle cerca del Congreso«. Larreina Valderrama, Amaiur.

«Sí quiero dejar claro que cuando subimos a esta tribuna tenemos que tener mucho cuidado con las intervenciones y con las palabras que aquí vertimos. Esta Cámara está representada por muchos grupos democráticamente elegidos y creo que hay que ser muy escrupulosos con las palabras que se vierten sobre algunos de los grupos que aquí estamos sentados. (Aplausos). Todos somos conscientes de que hoy en la calle se está viviendo una situación distinta, especial y sensible«. Alegría Continente, PSOE.

«El Grupo Parlamentario Socialista es consciente de lo que hoy acontece en la calle. No es un día normal. Fuera, ciudadanos reclaman soluciones, soluciones que debemos ofrecer y para las que debemos trabajar». Ros Martínez, PSOE.

«Queremos saludar desde aquí solidariamente a todos aquellos miles de personas que en estos momentos están en las cercanías del Congreso manifestándose de forma democrática y pacífica, y que están reivindicando, entre otras cosas, la necesidad de una democracia real y no de una democracia de celofanes, la reivindicación también del derecho de autodeterminación para los pueblos que pertenecen a este Estado y su rechazo de todas las reformas y recortes reaccionarios que está practicando este Gobierno». Cuadra Lasarte, Grupo Mixto.

«Lo primero que quiero decir hoy aquí es que hoy la ciudadanía, tal y como venía anunciando hace meses, está rodeando las inmediaciones del Congreso de manera pacífica para solicitar a esta Cámara más democracia, transparencia y que la crisis no recaiga en las mayorías y sí en los responsables y los culpables de la misma. Hoy la ciudadanía está ejerciendo su derecho soberano, su derecho a la protesta y a exigir una sociedad más justa y democrática. Nos parece incomprensible y kafkiano que tengamos que protegernos de esto con vallas y cadenas. Mucho hemos oído en contra de esta manifestación por aquellos que en un ejercicio de miopía y sordera políticas no quieren ver ni oír lo que les piden sus representados. Desde La Izquierda Plural manifestamos…
(…) Nosotros manifestamos nuestro máximo respeto y tenemos que decir que compartimos muchas de sus reivindicaciones. De las Heras Ladera, Izquierda Plural.

«(…) me parece más coherente la actitud de quienes protestan ahí fuera, en la calle, que la de quienes desde aquí dentro deslegitiman la política y las instituciones sin tener la coherencia de dejar su acta e irse a la otra acera, enfrente de este edificio. (Aplausos). En otros países esos ciudadanos indignados prefirieron ocupar los espacios físicos simbólicos del poder económico, Ocupa Wall Street; en esta ocasión en España los ciudadanos indignados han optado legítima y, en mi opinión, equivocadamente por hacerlo frente a la clase política, de cuyas retribuciones hablamos esta tarde, y mientras el poder económico, ahí arriba, en la Castellana, duerme tranquilamente sin que nadie tenga que preocuparse, porque somos el colchón de la indignación de la gente. (Aplausos). Doña Rosa, aunque yo no comparta ni los fines ni los objetivos de la manifestación, en mi sueldo, del que hoy se habla aquí, está defender el derecho de esas personas a, legítimamente y pacíficamente —los que lo hayan hecho así—, manifestarse frente a este Parlamento«. Sánchez Amor, PSOE.

«Los socialistas que estamos dentro del Congreso no somos ajenos a la tensión que existe en las calles cercanas, antes y después de las cargas policiales. No estamos sordos y más allá de la clara discrepancia con algunos contenidos del manifiesto de los convocantes del 25-S, compartimos las protestas pacíficas y la indignación de la mayoría de esos manifestantes ante las medidas que se están aplicando por parte del Gobierno. Su presencia en la calle hoy nos recuerda nuestros errores, las insuficiencias y limitaciones de la política ante los mercados y las injusticias y dramas que la crisis viene provocando en los proyectos de vida de millones de ciudadanos. La calidad de la democracia y la cohesión social se defienden desde el Parlamento y desde la calle con movilizaciones pacíficas y respetuosas con los principios de la democracia». Elorza González, PSOE.

Como podéis ver, sí hubo varias alusiones más o menos explícitas a la manifestación —yo he encontrado once en un debate de 6 horas y 45 minutos que dio para más de 70 páginas de transcripción—. Fueron casi todas de apoyo, tolerancia, comprensión o crítica respetuosa. ¿Es esto alterar el ‘normal funcionamiento’ del Congreso? Más bien parece que no: es perfectamente habitual que los diputados aludan a sucesos que ocurren fuera de la Cámara —de hecho, ¡es lo lógico!—. La sesión no se vio interrumpida, suspendida, retrasada o aplazada por la concentración.

Todos los grupos pudieron hacer uso normal de sus turnos de palabra y el Pleno transcurrió con toda la normalidad con la que suelen transcurrir: 5 interrupciones por «protrestas» (de sus señorías), 12 alteraciones por «rumores», 57 «aplausos», un «tú sí que das pena» (dirigido a Joan Tardá desde los escaños), un «no insultes», un «antes se nos cae (la cara de vergüenza) a nosotros» y hasta un «ya verás cuando te toque a ti».


205 desahucios cada día

El CGPJ ha publicado sus datos trimestrales sobre los efectos de la crisis en los órganos judiciales.

Uno de los datos más espeluznantes es el de los lanzamientos (desahucios). Entre abril junio se produjeron 18.668 lanzamientos, más de 205 cada día, la mayor cifra de la historia. Y puede que no estén todos porque la cifra solo recoge los efectuados por el Servicio Común, no están contados los que realizan directamente los juzgados (en localidades donde no existen estos servicios).

He aquí una cifra que el Gobierno podría intentar «modular«.