Qué mide el PIB

«El PIB lo mide todo, excepto aquello que hace que valga la pena vivir la vida»
Robert Kennedy


Siete claves para enfriar la EPA de este segundo trimestre de 2013

Acaban de conocerse los datos de la EPA del segundo trimestre. Los titulares parecen positivos, pero los subtítulos esconden algunos miedos. He aquí algunas claves para tener en cuenta.

  1. El paro baja en 225.000 personas. Parece bueno, pero tiene truco. Esta cifra esconde dos realidades:
  2. Una medio buena: que se han creado 149.000 empleos —es decir, casi 150.000 personas que hace tres meses querían trabajar y no podían, hoy sí están trabajando en algo (luego veremos cómo)—.
  3. Y otra medio mala: la población activa sigue cayendo —hoy en España hay 76.000 personas menos en edad y disposición de trabajar que hace tres meses: jubilaciones, exilios económicos, desesperanzas…—. Este dato solía subir en los segundos trimestres, pero este año ha caído (y ya lleva un año entero cayendo), contribuyendo a ‘hinchar’ el buen dato de actividad (típicamente bueno) de cada verano.
  4. Por estas razones el dato absoluto no puede servir de consuelo, aunque algunos quieran presentarlo como una barrera psicológica superada: ¿menos de 6 millones de parados? Mientras se deba a que la población española esté menguando, ese dato será más penoso que positivo.
  5. Otro síntoma regulero: se sigue destruyendo empleo estable —57.000 asalariados menos con contrato fijo— y el empleo que se crea es temporal: 160.000 precarios más—. Marchamos a buen ritmo hacia el contrato (basura) único. Dejen de insistir, ideólogos del contrato único, llegan tarde: la precarización total es más rápida que sus informes.
  6. Un verano perfecto. El dato de paro, con todos sus peros, es el mejor desde que estalló la crisis. ¿Flor de invernadero? Hay dos circunstancias bastante azarosas que han arrimado el hombro sin que Báñez mueva un dedo: el año turístico se está portando muy bien (en parte gracias a las revueltas de Egipto o Turquía) y la temporada agrícola también puede ser excepcional. Solo resulta tranquilizador que el paro desestacionalizado haya caído por primera vez desde 2007 (si bien la ocupación desestacionalizada también ha caído: -0,29). ¿Qué pasará después del verano?
  7. Y más autónomos. La cifra de autónomos sigue subiendo: ya hay más de dos millones de lo que el INE llama «empresarios sin asalariados o trabajadores independientes». Pese al entusiasmo que este dato despierta en algunos círculos, una alta tasa de autónomos, como ya hemos dicho en alguna ocasión, no tiene por qué ser, en absoluto, un buen dato. MIrad los países con mayor tasa de autónomos que España y decidme si os parecen inspiradores. En efecto, una alta tasa de autoempleo suele ser indicativa de crisis y precariedad.

Las perlas del Informe sobre el trabajo en el mundo (OIT)

La OIT ha emitido un revelador y desolador Informe sobre el Trabajo en el Mundo. Estas son algunas de las perlas del resumen en español, que parecen pensadas para desautorizar, punto por punto, las medidas del actual Gobierno y del anterior.

Primero, el diagnóstico:

  • Esta no es una desaceleración normal del desempleo. Después de cuatro años de crisis mundial, los desequilibrios en el mercado del trabajo son más estructurales, y por lo tanto, más difíciles de erradicar.
  • Ciertos grupos de personas […] no podrían obtener un nuevo empleo incluso aunque se produzca una fuerte recuperación.
  • La inestabilidad laboral […] supone un desperdicio de la capacidad productiva, ya que hay una tendencia a perder las competencias como resultado de una rotación excesiva.
  • La cantidad de dinero sin invertir en las cuentas de grandes empresas ha alcanzado niveles sin precedentes.
  • En 57 de los 106 países, el Índice de Descontento Social, construido a efectos de este Informe, aumentó en 2011 en comparación con 2010.
  • La realidad es que ha habido pocos progresos en los déficit fiscales de los países que aplicaron enérgicamente las políticas de austeridad.
  • Ante una recesión, normas menos rígidas pueden dar lugar a más despidos sin apoyar la creación de empleo. Del mismo modo, un debilitamiento de la negociación colectiva es probable que genere una espiral descendente de los salarios y, por consiguiente, retrase aún más la recuperación.
  • El Informe confirma las conclusiones de estudios anteriores que muestran que no existe una relación evidente entre las reformas del mercado laboral y los niveles de empleo.

Luego, las alternativas:

  • Las instituciones del mercado laboral deberían fortalecerse de manera que los salarios crezcan al mismo ritmo que la productividad.
  • Es necesario tener en cuenta un aumento riguroso y coordinado del salario mínimo.
  • Podría también ser necesaria una imposición más alta para las empresas que no reinvierten sus ganancias.
  • Un cambio neutral desde el punto de vista fiscal en la composición de los gastos y los ingresos crearía entre 1,8 y 2,1 millones de empleos en un plazo de 1 a 2 años.

El informe completo, aquí.


Bajar las cotizaciones sociales es bajarte el sueldo

El Gobierno anunció este viernes que en 2013 subirá los impuestos indirectos (IVA) y reducirá las cotizaciones sociales.

Muchos lo veían venir, como los economistas de FEDEA, nuestros Chicago boys, que hace diez días predijeron -o dictaron- el anuncio exacto que ayer hizo De Guindos:

«En 2013 bajarán las cotizaciones sociales y subirá el IVA» (17/04/2012)

Al día siguiente, la Comisión Europea pedía lo mismo:

«Bruselas propone subir el IVA y reducir las cotizaciones sociales para favorecer la creación de empleo«

La medida es la guinda política a una cadena de promesas incumplidas sin precedentes en democracia. Esto es un problema de decencia política sobre el que tendrán que reflexionar algunos votantes del PP.

El otro problema es más serio. Esta medida trata de equiparar un impuesto indirecto (injusto) con las cotizaciones sociales, como si éstas fuesen una especie de tributo que pagan los empresarios y cuya reducción puede fomentar la contratación.

La segunda proposición (el coste por trabajador caerá y los empresarios contratarán a más gente) podría ser cierta si, 1, la paralela subida del IVA no castigase el consumo, imprescindible para que las empresas puedan vender lo que ofrecen, y 2, si nos empeñamos en hundir nuestra economía en un modelo de bajo valor añadido, si nos resignamos a chinificarnos para competir con otras economías por la vía de reducir costes. Mal asunto, ¿verdad? Pues ésta era la noticia buena.

La mala es que el Gobierno parece empeñado en tomarte el pelo. Trata de colocar la idea de que las cotizaciones sociales son un impuesto y que reducirlas no perjudica a los trabajadores. Falso. Las cotizaciones sociales SON salario. Son una parte de tu salario que se reserva para pensiones o prestaciones por desempleo.

¡Reducir las cotizaciones sociales significa bajar los salarios!

Si se reduce esta fuente de alimentación para las pensiones y el paro, ¿sabes qué viene después? ¡Exacto! Motosierra para pensionistas y parados.

En próximos consejos de ministros: la demolición del salario mínimo interprofesional.


Y la infanta Elena, ¿sin cinturón de seguridad en el coche?

Visto el gafe que tiene esta familia, ¿no haría mejor la infanta Elena en cumplir la ley y ponerse el cinturón de seguridad en el coche?

La imagen es de aquí, pero hay otros ángulos aquí o aquí y vídeos aquí o aquí.

ACTUALIZACIÓN: Anoche vi otro vídeo en el que la infanta Elena se sube al coche. Parece tener el acto reflejo de abrocharse el cinturón correctamente y, después, pasar el brazo derecho por debajo del tramo superior de la cinta. Por eso parece que no lleva abrochado el cinturón, que queda oculto detrás de su hombro. Esto, ¿está permitido? Creo que la normativa dice: «Se utilizarán cinturones de seguridad u otros sistemas de retención homologados, correctamente abrochados, tanto en la circulación por vías urbanas como interurbanas». También recuerda «la obligación de utilizar cinturones de seguridad u otros sistemas de retención homologados, correctamente abrochados o colocados«.


Algunos datos de Repsol YPF para patriotas

«Si en alguna parte del mundo hay gestos de hostilidad contra los intereses de las empresas españolas, el Gobierno los interpreta como hostilidad a España y al Gobierno de España».

José Manuel Soria,
ministro de Industria, Energía y Turismo

1. Repsol no es España. A pesar de la empatía del ministro con nuestras empresas, según la SEPI, el capital público en el accionariado de la petrolera es del 0 por ciento.

2. El accionista mayoritario de Repsol no eres tú. Caixabank posee el 12,83%, seguida de Sacyr (10.01%) y PEMEX (9,49%). Esto es curioso, porque PEMEX, Petróleos Mexicanos, sí es una empresa estatal pública, pero de otro país, claro, México. Por si induce a confusión, el “resto institucional” al que se refieren en el accionariado no habla de instituciones públicas, sino a accionistas fuertes, como bancos, grandes fondos, etc.

3. Los accionistas de Repsol también son personas. Es cierto. No solo hay empresas en el accionariado de la petrolera. Según los datos de la compañía, los accionistas ‘minoritarios’ poseen el 10,8 por ciento del capital —repartido entre miles de personas—.

4. YPF tampoco es lo mismo que Repsol. Repsol posee el 57,43 por ciento de YPF. El otro gran accionista de YPF es el grupo argentino Petersen, que tiene el 25,46%.

5. La nacionalización sería parcial. El supuesto proyecto —que a estas horas parece más dudoso— para la expropiación de YPF no afectaba al total de la compañía, sino al 50,01% del “paquete accionario de clase D”.

6. Los medios de comunicación también son patriotas. Repsol invirtió el año pasado 16.730.678 euros en publicidad en los diferentes medios, lo que la convierte en uno de los 50 principales anunciantes en España, pero esto no tienen por qué significar nada.

7. Muchos argentinos también son españoles. Según el INE, 367.939 españoles viven en Argentina. Algunos serán ejecutivos españoles que trabajan para la filial de Repsol en Argentina, seguro. Sabemos que el ministro Soria piensa en ellos. También hay otros 274.000 es-pa-ño-les, que han nacido allí. Quizá el ministro Soria debería pensar también en ellos.

8. Las expropiaciones no son un robo. Tampoco son una cacicada populista, como han dicho algunos periódicos patriotas. El artículo 33 de la Constitución española reconoce el instituto jurídico de la expropiación forzosa —el artículo 17 de la Constitución de Argentina también lo reconoce— y el 128 lo hace objetivo.  ¿Qué partes de nuestra Constitución han jurado guardar y hacer guardar nuestro ministros y cuáles no? ¿Cuáles de nuestras leyes y de las leyes argentinas quieren acatar las empresas ‘españolas’ y qué otras les vienen mal?

Aquí, Alberto Garzón da algunos datos más.

 


La huelga crece

¿Ha triunfado la huelga? Como mínimo, ha crecido.

1. Alto seguimiento

El seguimiento directo es difícil de precisar. A ojímetro parece exageradísima la tasa que han llegado a dar los sindicatos: 75-80 por ciento. Esa cifra ha podido darse en algunos sectores y terriotorios con una trayectoria muy combativa, pero difícilmente puede servir como media.

En esta ocasión la cifra del consumo eléctrico tampoco va a gustar a todos. La rumorología que ayer recorrió la red con denuncias de ayuntamientos conservadores que encendieron las farolas durante el día puede ciscarlo todo un poco. Sin un apasionamiento sospechoso, algunos análisis muy detallados hablan de que el consumo eléctrico real llegó a caer un 32,3 por ciento a las doce de la mañana, en pleno apogeo de cualquier jornada laborable. Una cifra demasiado grande para tachar la huelga de «fracaso general», como hoy titula El Mundo.

El consumo eléctrico, claro, incluye ciertos niveles de gasto de electricidad que se mantienen estables aunque la actividad esté parada: luces permanentes, maquinaria que no se puede apagar, climatización de edificios vacíos, consumo cotidiano en los hogares, mantenimiento de los servicios mínimos, etc. En este blog, menos neutral, pero con metodología transparente, llegan a la conclusión de que el consumo eléctrico imputable a la actividad productiva —eliminando desviaciones estacionales— llegó a caer un 87,7 por ciento hasta las nueve de la noche.

Otro dato fiable es el que me llegaba a primera hora desde una importante empresa de telecomunicaciones —3.000 personas, nuevas clases medias, oficinistas, plantilla ‘de cuello blanco’, buenos resultados empresariales y baja conflictividad en el seno de la compañía—. El seguimiento era de entre el 20 y el 30 por ciento. ¿Parece poco? La misma fuente daba un dato de seguimiento del 7 por ciento en la huelga del 29S de 2010. Estos datos parecen coincidir con los que vaticinaban algunas encuestas —con perdón—.

Que en una empresa ‘tranquila’ haya una cuarta parte de la plantilla dispuesta a señalarse y perder un día de salario para protestar contra un ley que, precisamente, facilita y abarata su eventual despido es un dato que debería interesar al Gobierno y a la patronal.

2. Manifestaciones masivas
La asistencia a las manifestaciones también habla de un apoyo muy numeroso al margen del seguimiento. Las historias de trabajadores que no se atreven a hacer huelga, pero sí se suman a las movilizaciones son ya un clásico. Por concretar, a título personal y solo orientativo, he contado 4 casos en mi entorno más cercano. No vale extrapolar, pero ¿puede haber cuatro huelguistas frustrados por cada huelguista consumado?

El Gobierno ofreció una cifra global de más de 800.000 manifestantes en toda España. La cifra me parece tan ridícula como los 900.000 que anunciaron los sindicatos solo en Madrid. Los datos de Interior incluyen perlas intragables. Así, dice que en Galicia, con mucho menos de la mitad de población, menos tradición obrera, menos tejido industrial y con una de las distribuciones de población más dispersas de España, la cifra de manifestantes más que dobló a la de toda Cataluña. ¿140.000 manifestantes en Galicia y solo 68.000 en toda Cataluña? No cuela.

Tampoco creo que la asistencia a la manifestaciones sirva para medir el éxito de una convocatoria social —quizá sí para medir el fracaso— y la carrera disparatada por dar cifras astronómicas es vana. Los que estábamos sabemos que estábamos aunque algunos medios quieran convencernos de que no estábamos. Una cosa —más— que aprendimos desde el 15 de mayo es que un número pequeño de personas que hacen lo difícil puede tener más impacto —¿y efecto?— que un gran número de personas que hacen lo fácil.

Las manifestaciones son una demostración de fuerza y ayer demostraron mucha fuerza —aquí una galería con 18 imágenes que no saldrán en La Razón o Intereconomía—. Pero las maifestaciones, cada vez más, tienen un componente ‘retroafectivo’, es decir, son una especie de recompensa para los propios asistentes —mira lo que somos capaces de hacer aunque mañana no salgamos en la portada—. Ambos objetivos se cumplieron ante los ojos de quien quisiera mirar.

3. Los sindicatos sobreviven
CCOO y UGT no están para tirar cohetes. Llevan décadas así. Sin embargo, las grandes centrales sindicales pueden respirar aliviadas un ratito más. No están muertos por mucho que parezcan empeñados en suicidarse. La movilización de ayer demostró que siguen siendo —junto a los sindicatos nacionalistas— los únicos actores capaces de promover una movilización general masiva —ojo, digo masiva, no necesariamente mayoritaria—.

Quizá lleguen nuevos agentes sociales, quizá crezcan los que ya han brotado, pero hasta entonces, CCOO y UGT son, como se repiten a sí mismos una y otra vez, la última barrera, el último obstáculo entre el neoliberalismo total y nuestros últimos derechos. Este caracter exclusivo —y para mucha gente, excluyente— es, precisamente, lo que magnifica sus errores, decepciones y traiciones.

Cabe intuir, por tradición, que volveran a meter la pata, pero ayer, y quizá solo ayer o quizá hasta la próxima, fue mejor que aún existieran y que estuvieran de nuestro lado.

4. Violencia
La jornada de ayer me pareció más tensa que la de la huelga anterior. Sin embargo no creo que fuese tanto por los actos concretos de violencia —como este,  que dejó así a una sindicalista de CCOO, o este—, que se repiten casi calcados. Temo que la tensión esté creciendo por la confrontación entre este Gobierno, con una inagotable capacidad de cabrear, y una sociedad que empieza a sentir el riesgo y la desprotección. El reciente informe británico sobre los disturbios de Londres y la inminente llegada de unos presupuestos aun más asfixiantes van a terminar teniendo mucho que ver. Esa es la violencia que podría estarse fraguando y contra la que no sirven de nada los exabruptos de Esperanza Aguirre ni el ninguneo de la caverna mediática. Si solo quieren vernos como «el enemigo», todos tenemos un problema con cuenta atrás.

5. Piquetes
Las huelgas siguen sin resolver el problema de legitimación que sufren los piquetes. Podemos repetirnos ciertos discursos para convencidos sobre la necesidad de tensar la calle para ayudar a los que quieren hacer huelga y no se atreven (ver punto 1) o podemos echar el freno y buscar formatos nuevos para recabar adhesiones sin regalar al imaginario dominante la estampa de una chica con rostro aterrado tras un escaparate apedreado. ¿Alguna idea? Por ejemplo, adelantar y sostener varios días el paso de piquetes para difundir y visibilizar la protesta, repartir materiales que ayuden a la adhesión de pequeños comercios (ver punto 6), recordar in situ derechos de los trabajadores y deberes del empreasario ante una huelga y, en resumen, tratar de convencer. Es el camino difícil, claro.

6. Pymes
En el punto 1  hablábamos de la medida real del éxito de la huelga, pero además hay fotos que pueden inclinar la balanza. La representación mediática de la huelga es, por comodidad física y mental de la prensa, una persiana medio bajada —o medio subida— en una calle comercial con un piquete a un lado y un comerciante al otro. Esto supone dos problemas para la huelga.

Por un lado hiperconcentra esfuerzos de última hora en el centro de las ciudades. En Madrid parece que la huelga solo se convoca y se pelea durante la mañana en la calle Preciados y alrededores —con permiso de Mercamadrid, algún polígono empresarial y las cocheras del transporte público—. La imagen de calles plenamente abiertas es la habitual en los barrios que rodean la almendra central de la ciudad. Los piquetes se han atrapado en su propia jaula.

Por otro lado visibiliza el escasísimo apoyo que logran estas convocatorias en pequeñas y medianas empresas. La dificultad del sindicalismo en pymes con mucho cara a cara es un lamento viejo del sindicalismo. El adelantamiento sostenido y pacífico de piquetes realmente informativos, puerta a puerta, calle a calle, actuando como mediadores entre plantillas muy reducidas y empresarios casi familiares, tratando de sumar a comerciantes y autónomos —víctimas colaterales de cualquier erosión a su clientela—, podría ser una ayuda contra la pataleta derrotista del pegamento y la silicona en las cerraduras.


5 dudas y una aclaración sobre la CEOE y los festivos

La CEOE y otras organizaciones empresariales llevan tiempo reclamando que los festivos que caigan entre semana sean desplazados a los lunes para evitar las supuestas pérdidas ocasionadas por los puentes, como este de la Inmaculada Constitución. Por ahora, no veo motivos de peso para oponerse tajantemente a valorar la medida, pero sí tengo varias dudas:

1. ¿Por qué la CEOE habla principalmente de trasladar los festivos a los lunes y no tanto a los viernes? En serio, no lo entiendo y agradecería cualquier aclaración. Por algún motivo me parece más apetecible acortar la semana por el final que por el principio. Además, parece que la productividad de los viernes es más baja que la de los lunes, ¿no? Desde este punto de vista, parecería más ‘ahorrativo’ liquidar los viernes, cuando muchas empresas ya empiezan a funcionar a medio gas desde media mañana…

2. En sus cálculos, la CEOE habla de que «cada día perdido en un puente tiene un coste de hasta 4.830 millones de euros, el 0,45 por ciento del PIB». La propia CEOE reconoce que este dato, que es el que sale en los titulares, solo vale si el 100 por cien de los trabajadores hiciese puente, algo que nunca ocurre. Si quienes hacen puente llegan al 70 por ciento de la población laboral —y me sigue pareciendo muchísimo—, el coste es de 3.381 millones. Coste, ¿para quién? ¿Para el PIB? ¿Han tenido en cuenta en su cálculo que la gente que hace puente sigue contribuyendo a generar riqueza por otras vías —transporte, compras, hostelería…—?

3. Los festivos son los que son: doce —este año, ocho nacionales y cuatro autonómicos— y un par de fiestas locales. Y los días de vacaciones y permisos, los que usan quienes quieren ‘rellenar huecos’ entre festivos y hacer puente, también son los que son. No van a aumentar o disminuir por cambiarlos de lugar, ¿no? El saldo final de jornadas/horas anuales trabajadas y no trabajadas por cada empleado, ¿no sería el mismo? Así, al menos por ahora, lo exige la ley…

4. ¿Se evitarían los ‘acueductos’? Si los festivos del 6 y 8 de diciembre, los más propensos a generar ‘acueductos’ se pegan al fin de semana más próximo, por ejemplo a un lunes y un martes, ¿qué impidiría que cualquier trabajador sumase —de sus propios días libres— un par de jornadas extra por delante o por detrás? Es lo que hacen ahora los trabajadores ‘rellenando los huecos’…

5. ¿Se atreverá la CEOE a encararse con la Iglesia? La mayoría de los festivos españoles son de origen religioso, no me preguntéis por qué. Juraría que va a ser más fácil desplazar el día de la Constitución que mover las fiestas patronales de algunos pueblos.

Aclaración: Desde el lunes circula por los medios un «estudio» de Randstad, la empresa de trabajo temporal, según el cual el 70 por ciento de los trabajadores apoyaría la medida de mover los festivos para adosarlos al fin de semana. El «estudio», copiado y pegado ‘de agencias’ por un montón de medios digitales, no incluye datos sobre su metodología. Escribí a Randstad pidiendo el original y me mandaron la nota de prensa que EFE o Europa Press ya habían refrito y repetido, pero sin  ningún dato real sobre el famoso «estudio». Nada de datos del muestreo, fechas del estudio, margen de error, etc. Volví a escribir a Randstad para que me aclarasen el sospechoso parecido de los resultados de su «estudio» con los de la birria de «encuesta» que tenían colgada en su web —los porcentajes eran calcados—  y a la que solo habían contestado, hasta entonces, 316 personas. Me contestaron con circunloquios mal redactados y un consejo sobre su encuesta: «mejor pon que no es científica».


Ya he reflexionado

No son ni las doce de la mañana, pero ya tengo claro lo que quiero y no quiero votar este domingo, 20N.

Seré breve.

No quiero un Gobierno que dé confianza a los mercados.

Quiero un Gobierno que dé miedo a los mercados.

No quiero un Gobierno que dé tranquilidad a los mercad0s.

Quiero un Gobierno que ponga nerviosos a los mercados.

Un Gobierno que dé miedo y ponga nerviosos a los mercados, me da confianza y tranquilidad a mí.

Esto quiero.


El pescador de las rejillas

Este domingo mi hija se despertó demasiado pronto. Bajamos a pasear cuando al sol no le había dado tiempo a calentar nada de nada. A esas horas hay poca gente en la calle, muy poca. Los que han trasnochado ya se han metido en el metro y los que madrugamos apenas empezamos a salir. Somos tan pocos que cruzamos miradas medio cómplices con gente a la que no conocemos de nada. Casi sientes ganas de saludar, como si ese perfecto desconocido que sube y tú, que bajas, fueseis compañeros de algo.

En Gran Vía, frente a los cines Capitol, nos cruzamos con un hombre que mira hacia el suelo, pero solo a ratos. Lo dejamos atrás. Un segundo después me doy cuenta de lo que hace. Me giro y lo veo de nuevo. Va caminando despacio y cada vez que pasa sobre una rejilla en la acera se para unos segundos. Lleva una especie de vara en una mano, la otra mano en el bolsillo del abrigo, hace frío.

Se aleja despacio. Extraña su parsimonia, su metódica calma. Le seguimos. Cruza Callao y empieza a bajar por Preciados. Se detiene sobre una de las rejillas más famosas de Madrid, en la puerta de la FNAC. Miles de faldas, chaquetas, abrigos y melenas salen volando cada día al pasar sobre esa rejilla. Los de Madrid sabéis a qué rejilla me refiero, los veteranos ya hemos aprendido a esquivarla.

Él mira hacia el fondo de ese gran pozo cuadrado. La recorre en un sentido y en otro. Cuando llega a la esquina le pregunto. Se llama Luis, tiene 74 años y busca monedas caídas en las rendijas del suelo. Se ha fabricado una especie de caña de pescar con varias extensiones y un par de imanes en los extremos.

Me cuenta que él empezó en esto después de jubilarse. El médico le dijo que tenía un problema en el corazón y que tenía que andar, «pero andar, andar, no andar un poco y ya está». Cuenta que no lo hace por necesidad, sino que para él es un aliciente más, un incentivo para pasear. No se queja. Solo lamenta, con la mirada vidriosa, que cada vez encuentra menos. «Ahora hay mucha cometencia», dice, «por el hambre».

Luis busca bajo una rejilla

Luis busca bajo una rejilla