Grandes momentos del auto (y principio del fin) de Pedraz

El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ha archivado las diligencias contra los ocho imputados por organizar el 25S. Aquí ya explicábamos algunas de las razones por las que la acusación no tenía mucho recorrido.

El auto es un reguero de tirones de orejas contra la actuación de la Policía y de la Delegación del Gobierno, aderezado con algunas vibrantes defensas del Estado de Derecho y de la democracia. Vamos, que Pedraz acaba de señalarse como el próximo Garzón —lo iremos viendo próximamente en los titulares de la derecha mediática (ay, cuando se enteren de que fue a Bagdad para investigar el caso Couso y que sigue persiguiendo a los soldados que lo mataron)—.

Entre las líneas más contundentes del auto, algunas resuenan con más fuerza:

«se había identificado a muchas otras personas, no acordándose su citación ni otra diligencia alguna. La razón es obvia, pues visto lo razonado en el acuerdo de la Sra. Delegada del Gobierno del que se sigue que realmente la convocatoria no pretendía ocupar el Congreso, sino que “la verdadera intención de la convocatoria es permanecer de forma indefinida en el Paseo del Prado, en las proximidades del Congreso de los Diputados”, la
gravedad aventurada por la policía no era tal (ocupar realmente el Congreso).»

El subrayado anterior es del original y es una de las principales críticas del auto: la Policía (Interior) infló la supuesta amenaza.

«la Brigada Provincial de Información de Madrid en un breve oficio participa genéricamente a este juzgado [de los disturbios del 25S] sin especificar en concreto lo imputado a cada detenido»

Pedraz parece decir que ese ‘oficio’ no venía a cuento y no tenía mucho que ver con su caso. La convocatoria era una cosa y los disturbios, otra. A continuación, Pedraz explica por qué los detenidos del 25S no acabaron en la AN:

«en ningún modo este juzgado acordó aceptar o rechazar competencia alguna: la policía es la que al efecto tiene que poner a los detenidos a disposición del juzgado que corresponda»

Las negritas también son del original y parecen aludir al rifirrafe de aquellos días con Interior, empeñado en meter a los nuevos detenidos en la AN.

«Lógicamente, si a ninguno se le imputaba un delito competencia de la Audiencia Nacional habría de ponerlo a disposición del juzgado del lugar en que se hubiere cometido».

Pedraz sigue explicando por qué no ha incluido a los famosos 35 detenidos del 25S en el mismo caso que el de los ocho convocantes:

«Resulta sorprendente esta última afirmación [unas diligencias que la Policía se empeñaba en colar en la AN]: Si la unidad policial entendía que sus diligencias han de ser “entendidas” por este juzgado central no se comprende por qué no presentó las mismas (con los detenidos) ante este juzgado y no en otro.» Recuérdese que este juzgado en modo alguno, como se dijo, se ha pronunciado sobre la competencia respecto de los 35 detenidos en cuestión,sencillamente porque nadie se lo ha planteado.»

Después Pedraz habla de la normalidad del Pleno dentro del Congreso:

«En el acta no consta alteración alguna del normal funcionamiento en la sesión».

Y ahora Pedraz directamente se cabrea (el subrayado, sí, también es del original):

«Asimismo se ha recibido en la mañana de hoy informe de la Brigada Provincial de Información sobre sucesos en movilización “ocupa el Congreso” del día 25 de septiembre en el que sorprendentemente se redacta tal informe “ante la posibilidad de que implicados en los hechos sean constitutivos de delito contra las Instituciones del Estado.”

Pedraz le suelta un zasca gordo a la policía judicial por querer meter en el saco de la Audiencia a 5 de los 35 detenidos a los que llevó al Juzgado de Guardia de Madrid.

«De ninguna forma, la unidad policial puede “sustraer” unos hechos concretos imputados a personas concretas que son conocidos por un juzgado para que otro juzgado conozca de ellos, pues constituye claramente un exceso en las funciones propias de la policía judicial».

Y ahora Pedraz entra en harina. ¿Hubo delito contra autoridades del Estado? Pues mire, ni de coña:

«este delito no pudo ser cometido por los aquí imputados, máxime si en la convocatoria no se dice nada al efecto ni algo parecido, teniendo en cuenta que invadir consiste en entrar violentamente en un lugar, que en el caso sería la sede del Congreso, lugar que, desde luego, no pueden ser (so pena de hacer una interpretación extensiva del precepto, prohibida en Derecho Penal) las calles aledañas. No hay, en definitiva, indicio alguno que avale aquella intencionalidad de invadir».

Y añade:

«es notorio, vista además el acta de la sesión del día 25, que el elemento consecuecional de este tipo penal no se cumple, pues no hubo alteración alguna: la “larga” sesión se desarrolló normalmente. Por tanto, el delito citado no pudo cometerse».

Para terminar, la traca final. Criticar el orden constitucional vigente no está prohibido y si lo estuviese, el delito sería la prohibición:

«Y, desde luego, el hecho de convocar bajo los lemas de rodear, permanecer de forma indefinida …, exigir un proceso de destitución y ruptura del régimen vigente, mediante la dimisión del Gobierno en pleno, disolución de las Cortes y de la Jefatura v del Estado, abolición de la actual Constitución e iniciar un proceso de constitución de un nuevo sistema de organización política, económica o social en modo alguno puede ser constitutivo de delito, ya no solo porque no existe tal delito en nuestra legislación penal, sino porque de existir atentaría claramente al derecho fundamental de libertad de expresión, pues hay que convenir que no cabe prohibir el elogio o la defensa de ideas o doctrinas, por más que éstas se alejen o incluso pongan en cuestión el marco constitucional (…) máxime ante la convenida decadencia de la denominada clase política».

Esta apoteosis llega con coletilla para Cifuentes:

«la propia Sra. Delegada del Gobierno tomó conocimiento, esto es no prohibió, de lo que pretendía la convocatoria, indicando además la forma de hacerlo».

Por todo esto, Pedraz concluye «que las convocatorias origen de estas
diligencias no suponen comisión de delito alguno».

¿Te gusta Pedraz? Pues no te encariñes con él.

[ACTUALIZACIÓN: Poco después de escribir esta entrada empezaban a arreciar los ataques contra Pedraz. El más explícito, desde el PP, que le llama «pijo ácrata». Nivel]


‘Modulen’ su derecho a tomarnos por idiotas

Parece que han encontrado una excusa. Muchos demócratas de toda la vida empiezan a sentirse incómodos con la movilización ciudadana porque… Porque… Porque las manifestaciones no les dejan circular. Sí, eso dicen. Ese parece el mantra de moda: “tu libertad termina donde empieza el capó de mi coche” —asumo que hablan de circular en coche porque peatones, ciclistas e incluso motos se ven menos afectados por una manifestación salvo que esta sea excepcionalmente masiva—.

Los últimos en tantear el terreno para una hipotética reforma legal que restrinja o “module” el derecho a manifestarse han sido la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, y el flamante presidente de la Comunidad, Ignacio González, que nos acusa de “estar colapsando una ciudad permanentemente”. No son los primeros: durante la acampada que siguió a la represión que siguió a la manifestación del 15M también se oyó esa queja —me niego a llamarlo argumento— y la idea de montar un manifestódromo en Madrid es tan vieja como esta democracia.

Que el derecho de manifestación está por encima del de circulación lo dejan bastante claro los tribunales. La propia Cifuentes se quejaba de que la justicia no paraba de tumbar sus intentonas ‘modulacionistas’:

“La Delegación ha intentado en diversas ocasiones no prohibir sino modular este derecho cambiando itinerarios o de día una manifestación porque creíamos que podía suponer un peligro de orden público, sistemáticamente el Tribunal Superior de Justicia de Madrid siempre ha fallado en nuestra contra y nos ha condenado a costas”

Pero suponiendo —lo que es mucho suponer— que fuese factible tratar de hacer colisionar ambos derechos, ¿estaríamos realmente ante un conflicto veraz? ¿O tal vez son libertades que ni siquiera rozan aunque queramos forzar el choque?

La manifestación que ha dado lugar a esta nueva andanada de lamentos circulatorios es, por supuesto, la del 25S y sus consecuencias. Analicemos el “colapso” real que pudo causar.

En primer lugar sería de agradecer que González o Cifuentes limpiasen su discurso de contradicciones. Si el 25S había 6.000 manifestantes, que se pueden apretar en 1.500 metros cuadrados, difícilmente pudieron colapsar la ciudad. Aclárense, ¿somos muchos y colapsamos la ciudad o somos cuatro gatos y no podemos colapsar nada? Aquí ya explicamos que somos muchos. ¡Que 6.000 personas caben achuchadas DENTRO de la fuente de Neptuno!

Superficie de 1.500 metros cuadrados sobre la fuente de Neptuno.

Superficie de 1.500 metros cuadrados sobre la fuente de Neptuno.

Aceptando que somos muchos, al menos los suficientes como para cortar el tráfico del Paseo del Prado y la plaza de Cánovas, ¿qué grado de incordio supone eso para la circulación?

Pues resulta que es un fastidio más aparente que cierto. El trayecto de Cibeles a Atocha, el más afectado por un corte en Neptuno, mide 1,3 kilómetros y se recorre, según San Google, en 3 minutos.

Cálculo del trayecto de Cibeles a Atocha por Neptuno.

Cálculo del trayecto de Cibeles a Atocha por Neptuno.

Si cortamos Neptuno y hay que desviarse por Alfonso XII, la ruta se alarga 800 metros, hasta los 2,1 kilómetros y se recorre en 7 minutos.

Cálculo de la ruta de Cibeles a Atocha con desvío por Alfonso XII.

Cálculo de la ruta de Cibeles a Atocha con desvío por Alfonso XII.

¿De verdad es aguantable que un presidente autonómico y una delegada del Gobierno magnifiquen un desvío de 800 metros —¡cinco minutos!— y lo esgriman para pedir restricciones a un derecho fundamental? ¿No podrían, por favor, modular su derecho a tomarnos por idiotas?


¿Alteró el 25S el ‘normal funcionamiento’ del Congreso?

El juez Pedraz investiga si los convocantes de la manifestación del 25S en los alrededores del Congreso cometieron un delito tipificado en el artículo 494 del Código Penal, que se refiere a «los que promuevan, dirijan o presidan manifestaciones u otra clase de reuniones ante las sedes del Congreso de los Diputados, del Senado o de una Asamblea Legislativa de Comunidad Autónoma, cuando estén reunidos, alterando su normal funcionamiento«.

Esta última frase que resalto es fundamental y Pedraz, con muy buen criterio, ha pedido revisar el diario de sesiones de esa tarde para ver si ese «normal funcionamiento» se vio alterado.

El diario de sesiones está disponible en la web del Congreso. Lo podéis consultar aquí en PDF. Yo le he echado un ojo y con algunas búsquedas de texto he encontrado las siguientes referencias a la manifestación que se celebraba en las inmediaciones.

[AVISO: es un tocho de citas, resalto en negrita las líneas clave y al final, resumen]

«Quiero comenzar mi intervención declarando en nombre propio y de mi grupo que en absoluto nos sentimos presionados o amenazados en nuestra función de diputados como consecuencia del legítimo derecho a la manifestación convocada por los movimientos sociales que reclaman reforzamiento de la calidad democrática de nuestra sociedad». Joan Coscubiela, Izquierda Plural.

«Hoy mismo este Parlamento parece un búnker ante las protestas de colectivos de ciudadanos que no se sienten representados por lo que aquí se decide. Señorías, el BNG está a favor de una democracia real, de una democracia más participativa, pero esa democracia no se puede construir prescindiendo de los parlamentos; hay que construirla dando más vida a los parlamentos, si me permiten la expresión, rescatando los parlamentos para que cumplan su función de institución central de la democracia y de auténtica expresión de la voluntad popular». Jorquera Caselas, BNG.

«En días como estos, en los que tengo que escuchar críticas de esa Izquierda Plural que practica el don de la ubicuidad y que es capaz de estar allí fuera, aquí dentro e incluso en las cajas de ahorros». Toni Cantó, UPyD.

«Señorías, también subo a esta tribuna con la incomodidad de un día como hoy, con la sensación de estar parapetados cuando la ciudadanía se aleja. Tenemos los gritos de la ciudadanía que, equivocadamente o no —como alguien decía—, está señalando al Congreso y por tanto creo que también nos debemos sentir interpelados. Uno de los apuntes por los que se interpela al Congreso es el déficit democrático. Creo que sí debemos reconocer que este Parlamento no funciona con normalidad por un Gobierno que lo menosprecia, por ejemplo, a golpe de decreto». Ortiz Castellví, Izquierda Plural.

«Señorías, el fraude fiscal, endémico en el Estado español, y la ineficacia, cuando no la indiferencia, de las fuerzas políticas y las instituciones españolas, tiene mucho que ver con la indignación de la gente que ahora mismo está en la calle cerca del Congreso«. Larreina Valderrama, Amaiur.

«Sí quiero dejar claro que cuando subimos a esta tribuna tenemos que tener mucho cuidado con las intervenciones y con las palabras que aquí vertimos. Esta Cámara está representada por muchos grupos democráticamente elegidos y creo que hay que ser muy escrupulosos con las palabras que se vierten sobre algunos de los grupos que aquí estamos sentados. (Aplausos). Todos somos conscientes de que hoy en la calle se está viviendo una situación distinta, especial y sensible«. Alegría Continente, PSOE.

«El Grupo Parlamentario Socialista es consciente de lo que hoy acontece en la calle. No es un día normal. Fuera, ciudadanos reclaman soluciones, soluciones que debemos ofrecer y para las que debemos trabajar». Ros Martínez, PSOE.

«Queremos saludar desde aquí solidariamente a todos aquellos miles de personas que en estos momentos están en las cercanías del Congreso manifestándose de forma democrática y pacífica, y que están reivindicando, entre otras cosas, la necesidad de una democracia real y no de una democracia de celofanes, la reivindicación también del derecho de autodeterminación para los pueblos que pertenecen a este Estado y su rechazo de todas las reformas y recortes reaccionarios que está practicando este Gobierno». Cuadra Lasarte, Grupo Mixto.

«Lo primero que quiero decir hoy aquí es que hoy la ciudadanía, tal y como venía anunciando hace meses, está rodeando las inmediaciones del Congreso de manera pacífica para solicitar a esta Cámara más democracia, transparencia y que la crisis no recaiga en las mayorías y sí en los responsables y los culpables de la misma. Hoy la ciudadanía está ejerciendo su derecho soberano, su derecho a la protesta y a exigir una sociedad más justa y democrática. Nos parece incomprensible y kafkiano que tengamos que protegernos de esto con vallas y cadenas. Mucho hemos oído en contra de esta manifestación por aquellos que en un ejercicio de miopía y sordera políticas no quieren ver ni oír lo que les piden sus representados. Desde La Izquierda Plural manifestamos…
(…) Nosotros manifestamos nuestro máximo respeto y tenemos que decir que compartimos muchas de sus reivindicaciones. De las Heras Ladera, Izquierda Plural.

«(…) me parece más coherente la actitud de quienes protestan ahí fuera, en la calle, que la de quienes desde aquí dentro deslegitiman la política y las instituciones sin tener la coherencia de dejar su acta e irse a la otra acera, enfrente de este edificio. (Aplausos). En otros países esos ciudadanos indignados prefirieron ocupar los espacios físicos simbólicos del poder económico, Ocupa Wall Street; en esta ocasión en España los ciudadanos indignados han optado legítima y, en mi opinión, equivocadamente por hacerlo frente a la clase política, de cuyas retribuciones hablamos esta tarde, y mientras el poder económico, ahí arriba, en la Castellana, duerme tranquilamente sin que nadie tenga que preocuparse, porque somos el colchón de la indignación de la gente. (Aplausos). Doña Rosa, aunque yo no comparta ni los fines ni los objetivos de la manifestación, en mi sueldo, del que hoy se habla aquí, está defender el derecho de esas personas a, legítimamente y pacíficamente —los que lo hayan hecho así—, manifestarse frente a este Parlamento«. Sánchez Amor, PSOE.

«Los socialistas que estamos dentro del Congreso no somos ajenos a la tensión que existe en las calles cercanas, antes y después de las cargas policiales. No estamos sordos y más allá de la clara discrepancia con algunos contenidos del manifiesto de los convocantes del 25-S, compartimos las protestas pacíficas y la indignación de la mayoría de esos manifestantes ante las medidas que se están aplicando por parte del Gobierno. Su presencia en la calle hoy nos recuerda nuestros errores, las insuficiencias y limitaciones de la política ante los mercados y las injusticias y dramas que la crisis viene provocando en los proyectos de vida de millones de ciudadanos. La calidad de la democracia y la cohesión social se defienden desde el Parlamento y desde la calle con movilizaciones pacíficas y respetuosas con los principios de la democracia». Elorza González, PSOE.

Como podéis ver, sí hubo varias alusiones más o menos explícitas a la manifestación —yo he encontrado once en un debate de 6 horas y 45 minutos que dio para más de 70 páginas de transcripción—. Fueron casi todas de apoyo, tolerancia, comprensión o crítica respetuosa. ¿Es esto alterar el ‘normal funcionamiento’ del Congreso? Más bien parece que no: es perfectamente habitual que los diputados aludan a sucesos que ocurren fuera de la Cámara —de hecho, ¡es lo lógico!—. La sesión no se vio interrumpida, suspendida, retrasada o aplazada por la concentración.

Todos los grupos pudieron hacer uso normal de sus turnos de palabra y el Pleno transcurrió con toda la normalidad con la que suelen transcurrir: 5 interrupciones por «protrestas» (de sus señorías), 12 alteraciones por «rumores», 57 «aplausos», un «tú sí que das pena» (dirigido a Joan Tardá desde los escaños), un «no insultes», un «antes se nos cae (la cara de vergüenza) a nosotros» y hasta un «ya verás cuando te toque a ti».


Tres claves para evaluar el 25S

El 25S, ¿ha sido un éxito, un fracaso o ninguna de las dos cosas? Aquí, tres reflexiones para el debate.

  1. Objetivo cumplido. Si el objetivo del 25S era rodear el Congreso, se consiguió. Entre policías y manifestantes, el Congreso estuvo efectivamente cercado toda la tarde. Si el objetivo era dar un primer golpe en la mesa, un nuevo paso hacia algún tipo de reivindicación constituyente, parece que también se logró. El aire de la protesta recordaba mucho al de aquellas movilizaciones medianas alrededor del 15M, cuando sin necesidad de una afluencia multitudinaria se conseguía subvertir la agenda mainstream. En definitiva, algo sí se movió.
  2. Respaldo. La accidentada y criminalizada convocatoria del 25S logró salvar con creces la cara de la afluencia —luego hablaremos de las cruces—. Dejando en la papelera el inaceptable cálculo de la Delegación del Gobierno, se puede hacer un cálculo realista y fiable sin mucha dificultad. El momento de mayor afluencia en Neptuno y alrededores se alcanzó entre las 19.00 y 20.00 horas. En ese momento, la mitad oeste de la plaza de Cánovas del Castillo (Neptuno) y el primer tramo del paseo del Prado —13.500 metros cuadrados— estaban completamente llenos de gente —3 personas por metro cuadrado como mínimo—. Pero es que en ese momento empezaba a llegar la gran marcha que venía desde Gran Vía. A esa hora desde Cibeles, se apreciaba con claridad que toda la calzada de bajada del paseo del Prado y Alcalá, desde el Círculo de Bellas Artes —20.000 metros cuadrados—, se encontraba ocupada, aunque sin masificaciones, se andaba a buen ritmo —o,5-1 persona por metro cuadrado—. El cálculo más conservador, a esa hora, no puede bajar de las 50.000 personas sin contar el flujo de entrada y salida, muy agitado y prolongado durante una tarde tan larga.
  3. Violencia. No sirve negarlo ni echar balones fuera. Una movilización que podía partir con propuestas y gestos interesantes ha quedado reducida a titulares, fotos y vídeos de cargas policiales, detenciones, forcejeos y, lo que es peor, heridos. Quizá no había ninguna intención por parte del Gobierno de dejar que esta concentración se consumase con naturalidad, quizá la Policía provocó, quizá había infiltrados, quizá los medios manipulan, quizá todo esto sea cierto, pero poco podemos hacer para cambiarlo. Y también es cierto que muchos vimos gestos y actitudes que no se correspondían con las consignas de los convocantes —“planteamos un acto de desobediencia civil, absolutamente pacífico, de resistencia no violenta”—. Excusas hay muchas, pero cuesta encontrar una que no sea falaz y autocomplaciente. Podemos y debemos exigirnos mucho más y ser mucho mejores. ¿Hicimos todo lo posible?

Actualización: Pocas horas después de publicar esta entrada, miles de personas volviamos a Neptuno tras las violencias del día anterior. La actitud pacífica ya no fue simplemente mayoritaria, fue de hecho unánime. Algo tan sencillo como la propagación de lemas y consignas contra cualquier encapuchado ahuyentó cualquier fantasma, propio o extraño. Se puede hacer.